De esta tercera carrera de Esperanza que comentamos en la edición anterior es la anécdota que hoy publicamos. Domingo Desideri participó con Huppmobile, otra marca norteamericana, cuyo motor habÃa sido preparado por Francisco Caputti, en un trabajo espectacular. Esos motores americanos de autos de calle tenÃan, como era común, bajas vueltas y para elevar el régimen este preparador, entre otros ingredientes, habÃa reemplazado los cojinetes comunes a fricción de biela y bancada por cojinetes a bolillas o a agujas, esto suponÃa un trabajo fenomenal porque como el cigüeñal no se puede cortar para transformarlo en uno del tipo "Hirth" desarmable, no sé a ciencia cierta cómo se las arreglarÃan, pero lo hacÃan!
Era una tecnologÃa que permitÃa mejores prestaciones y más seguridad (aplicada por Bugatti, entre otros) cuando se incrementaban las RPM, se aplicaba (y se aplica todavÃa hoy) en los motores más sofisticados de competición, elaborados ex - profeso, pero Caputti lo habÃa hecho reformando un motor standard.
El caso es que José Desideri venÃa haciendo zumbar el Huppmobile trenzado con Zatuszek, peleando el segundo puesto, y en general no debÃa cambiar de velocidad en nuestras amplias curvas. Pero en una oportunidad debió rebajar para acomodar su trayectoria por la tierra, ya que quien lo precedÃa levantaba y se hizo necesario bajar un cambio, en el entusiasmo se olvidó y siguió en segunda hasta el final de la recta y Paf! pum! pum!, justo cuando le venÃa diciendo al acompañante, mirá como tira!...
Salió una biela a espiar afuera del cárter....mas o menos como le ocurrió a Danilo hace unos dÃas… ya ven, pasa en las mejores familias!
Tiempo después descansaba el Huppmobile, con su motor maltrecho, en un rincón del taller de Caputti, cuando al verlo Borocotó (Ricardo Lorenzo, ya dijimos, enviado de El Gráfico a todas aquellas carreras) recordó lo vivido en Esperanza y se le ocurrió comentarle al ingenioso preparador, "qué lástima don Francisco... recuerda aquella vez en Esperanza, cuando Desideri se olvidó puesta la segunda...". A lo que el sorprendido Caputti respondió: "ah… con razón... por eso se rompió, si este motor era irrompible!..."
Seguramente Desideri habÃa omitido comentarle al preparador la verdadera razón del descalabro y el periodista, sin querer, lo deschavó…
También en Esperanza nuestros hábiles mecánicos como don Carlos Mainardi, supieron hacer estas maravillas de injertar rulemanes en los cigüeñales.
Por la fórmula en vigencia entonces, en estas carreras se daba la particularidad del enfrentamiento entre dos no sé si podemos decir filosofÃas distintas: la mecánica fina, elaborada, pura sangre de carrera representadas por Bugatti, Alfa Romeo o Delage, pero de mucho menos cubicaje; y por el otro lado la fuerza bruta (debo resaltar en el buen sentido de la expresión) de los siete litros del auto de Zatuszek, que doblaban a aquellos en capacidad cúbica, cilindrada, que le decimos, y encima tenÃa compresor! Aparato que muy pocos pudieron dominar en el mundo, casi dos toneladas cerca de 200 km por hora, acá sobre tierra, con esas cubiertas y escasos frenos… Matadueños los llamaron en Europa. Por eso el reconocimiento de Mercedes Benz a Zatuszek que le envió dos motores especiales.
Unos litros más abajo, entre ambos, estaban los Hudson, Cadillac, Buick, Stutz, Chrysler, Huppmobile, Studebaker, que eran derivados de autos de paseo norteamericanos no tan generosamente dotados, pero mayores que los europeos, a los que el ingenio de nuestros mecánicos intentaba otorgarles performances competitivas, y lo lograban!
Las fórmulas en algún sentido eran un poco inocentes y sólo limitaban el peso total, entonces estos sujetos tomaban un auto de motor grande o un motor de avión, alivianaban todo lo posible chasis y carrocerÃa, potenciaban el impulsor con algún engendro criollo y salÃan a jugarse la vida en aparatos que eran carrozas fúnebres de competición, encima sin casco y ni hablar de cinturón o barra anti vuelco.
Hablando de ésto, ¿te acordás de abrocharte y hacer abrochar a todos el cinturón? Mirá que si la gorda que cargaste atrás tuyo no se lo abrocha, te hace estampilla contra el parabrisas, y por más cinto que tengas te manda a ver crecer los rabanitos de abajo…
¿Y en la moto usás casco? Viste cuántos más andan con casco ahora que los avivamos que los integrales no son para calle?! Y qué lindas se ven las chichÃs con casco!
Fuentes consultadas
Medio Siglo de Automovilismo Argentino (Ricardo Lorenzo "Borocotó"), Historia Deportiva del Automovilismo Argentino del maestro Alfredo Parga- La Nación. Agradecimiento especial a José Benz, Luis Nagel y Roberto BourquÃn por sus archivos fotográficos.